Perdimos el partido de ayer, ya que era nuevo me quedé en la banca. Que frustración la mía al ver a mi equipo perder 1 a 0 y si entraba al partido ¿Qué es lo diferente que haría yo?... no supe responderme. Tomé una actitud silenciosa y me dediqué sólo a observar nuestra derrota.
Luego de pasar la cólera y dejar el partido atrás, Dios me habló, diciéndome que cuando yo busque la gloria para mí mismo (en la cancha, ser yo el goleador o ser el que haga al equipo ganar) jamás la conseguiré; pero si toda la gloria y honor es para Él, luchando cada segundo para alabarlo con todo mi esfuerzo y energía, en ese momento Él me pondrá en la primera fila de batalla.
Desde ahora ése es mi objetivo. Y "Que bueno que hayamos perdido ayer" si no nunca lo hubiera podido entender :-)
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